SUSURRO EN EL BAR

Imposible.
En este bar no se puede susurrar.
En este barrio no se puede susurrar.
En esta ciudad no se puede susurrar.
En esta región no se puede susurrar.
En este país no se puede susurrar.

Voy a eyacular mis susurros para que se escuchen tan altos como las quejas de los demás.

Acabo de pedir un desayuno completo. Entonces imagino que la camarera viene y me sirve el café con leche y las tostadas excesivamente untadas con esa manteca grasosa que chorrea por esas manos delgadas y esos dedos largos y blancos y suaves y firmes por los que caen las gotas lácteas espesas y abundantes y que tal vez se las chupe o se las chupe y las escupa o se las trague una vez que me haya servido, claro!

¿el baño? 

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